sábado, 30 de octubre de 2010

Verdes e Izquierdas (II)


Continuando con lo dicho en mi último escrito, llegamos al momento de retomar ese McGuffin estilo Hitchcock que nos quedó pendiente para que deje de ser tal. Decía que un amigo, D., me dio una idea que me hizo reflexionar en un debate sobre la necesidad (o no) de una Gran Coalición electoral de Verdes e Izquierdas como mecanismo táctico para defenderse en las Elecciones Generales de 2.012 de la trampa legal que es el sistema electoral vigente en el Reino de España (véase escrito anterior, enlazado antes).

Me dijo, más o menos: "¿Quien ha dicho que ser verde sea igual que ser de izquierdas?". "Que yo no esté de acuerdo en subsidiar, hinchar el Estado de parásitos, en papá Estado, en todos iguales trabajes lo que trabajes... qué tiene que ver con las ideas verdes: no nucleares, no transgénicos, no urbanismo depredador".

Esta controversia, en su sano sentido etimológico de debate dialéctico, que es como deben tomarse las cosas si se quieren solucionar problemas y dejar algo positivo para la sociedad y la civilización (y para el Mundo en su sentido amplio, más allá de todo lo propio del Homo sapiens), me hizo plantearme las cosas que ahora les trasladaré sobre las derechas, las izquierdas y el ecologismo.


El ecologismo reivindicado como espacio político propio

Hace poco el ex Director de Greenpeace en España, la famosa y célebre asociación cívica internacional ecologista pacifista, el Sr. J. López de Uralde, promotor entre otros de la Fundación política ecologista EQUO, que pretende articular el ecologismo político español de una forma eficaz, respondía en su blog con contundencia a una pregunta sobre su posicionamiento en el eje político derecha-izquierda: soy ecologista y con eso me basta.

Toda una reivindicación del ecologismo como espacio político propio y diferenciado. Evolución del ecologismo social, como en su día los nacionalismos evolucionaron desde la dimensión cultural a la política. En el mismo sentido que el Sr. López de Uralde se expresaron antes otros.

A servidor se le plantea la duda de si un partido político nacionalista queda bien definido per se o si hace falta algo más para conocer su idiosincrasia, su análisis y planes. Nacionalistas o regionalistas son p.ej. el CHA y el P.A.R. en Aragón. Pero se diferencian bastante en sus propuestas económicas. ¿Puede suceder parecido con los partidos políticos ecologistas?

Pero, ¿qué es, grosso modo, eso de las derechas, las izquierdas y el ecologismo políticos? Hay que saber de lo que se está hablando previamente a hablar, si se prentende hacerlo más o menos con sentido.

Son estas tres corrientes políticas distintas formas de entender la vida, el Mundo y de proponer planes (políticas) coherentes con ello. Análisis del entorno, principios filosóficos, objetivos, planes, acción, resultados, evaluación, retroalimentación. Este esquema debería valer para caracterizar toda tendencia política.

Ante distintos análisis, con distintos principios, a veces con los mismos objetivos (aunque priorizados de forma distinta), surgen planes distintos.

Los resultados y la evaluación no la hace con sinceridad casi nadie. Tenemos que hacerla los ciudadanos, las personas (watchdog, political memory), por la cuenta que nos trae si no queremos vivir en un permanente engaño, víctimas de cuatro listillos que se aprovechan de todo el mundo ("mundo" con minúscula y con mayúscula también). Y me yo mismo por delante, que no pretendo engañar a nadie, pero eso el lector debe comprobarlo y contrastarlo siempre en lugar de tomarlo por cierto de buenas a primeras. Y puedo equivocarme como cualquier otro, o evolucionar en mis planteamientos y posiciones, etc.

No es necesariamente extraño que de distintos principios y análisis surjan a veces los mismos objetivos (aunque con distinta prioridad y énfasis). Ya sucedió por ejemplo en la formulación de la necesidad de existencia de los Estados políticos. Los pensadores Hobbes (homo lupus hominem) y Rousseau (el buen salvaje) partieron de concepciones antagónicas de la naturaleza del Ser Humano para llegar a la misma conclusión. Sus principios eran contrarios y, al margen de posibles connotaciones distintas, las denotaciones en su idea de necesidad de un Estado fueron similares.


Caracterización de los "colorines": azul, rojo, verde

Todo lo que pueda escribir aquí será a la fuerza simplista, pues se han escrito millones ¡y billones! de páginas sobre el tema. No voy a venir yo ahora con mis escasos genio y sapiencia, comparados con los pensadores de los tres últimos siglos, a inventar la sopa de ajo. Pero si puedo poner mi granito de arena.

Si que pediré que no se piense en partidos políticos hasta que específicamente los cite, sino en políticas ejecutadas. Luego, si un partido político hace esas políticas —además de defenderlas en los discursos—, pues vale, caracterizado quedaría. Pero si sólo las defiende en los discursos, en los "mítines" —¡como si no tuviésemos palabras en nuestras lenguas españolas para hacer ese calco anglófono!—, o ni eso, pues entonces la caracterización no vale, aunque dicha organización se ponga a reivindicarla, o aunque hace 100 años si defendiese dichos principios, análisis y planes de forma manifiesta, honesta y tenaz.


a) las derechas
¿Qué dicen los neoliberales derechistas? Vamos a intentar caracterizarlos con cuatro pinceladas. Su análisis del mundo podemos verlo plasmado por ejemplo en este artículo crítico de la súper periodista N. Klein.

Los neoliberales, los ultracapitalistas, tienen una idea básica, modelada con mayor o intensidad según cada cual: se puede y se debe hacer negocio con todo. Cualquier cosa susceptible de ser explotada económicamente debe serlo. Porque generará riqueza que revertirá en todos los que se lo merezcan por sus aptitudes y actitudes. Y lo merecerá cada cual dependiendo de cuán bueno sea compitiendo profesional o empresarialmente con los demás.

Los neoliberales siguen la tesis económica neoclásica que postula que el Mercado (lugar ficticio de compra-venta de bienes y servicios a cambio de un precio) es siempre eficiente por sí mismo y por lo tanto debe estar completamente desregulado.

Esto tiene miga: eficiencia significa la cualidad consistente en que se pueda comprar y vender (si se tiene el producto o el dinero; en caso contrario, no) cuando se quiera hacerlo y con el menor coste de transacción posible. Desregulado significa que no existan leyes o normas legales sobre el Mercado y la actividad económica (producción, distribución, consumo, gestión empresarial...).

Vemos que se preocupan esencialmente de uno de los dos grandes objetivos de la Economía, a saber, eficiencia y equidad económicas. Se preocupan de la eficiencia los neoliberales derechistas. La equidad económica consiste, por otra parte, y así lo dejamos dicho ya, en que todos los miembros de una comunidad humana tengan acceso a y disfruten de la riqueza económica producida en mayor o menor medida.

El desempleo es, por lo tanto, voluntario para los neoliberales ya que el Mercado es siempre eficiente, también el mercado laboral: aquél en el que los trabajadores ofertan y venden su trabajo mientras que las empresas lo demandan y compran. La gente que no trabaja es porque no quiere. O son vagos o piden salarios demasiado altos. O están poco preparados: saben pocos idiomas, pocas técnicas, pocas profesiones... "Parásitos", se llega a oír a veces.

No exagero, no. Esto del desempleo está escrito en los manuales de economistas célebres de la escuela neoclásica o neoliberal. Obviamente, los partidos políticos de masas, no nos sueltan estas verdades a la cara en sus conferencias electorales porque daría mala imagen. Creo que deberían hacerlo, de veras. Mentir para conseguir votos está muy feo. Aunque la mayoría, más o menos, lo hace. Basta con ver el país y el mundo democrático. De los países con gobiernos dictatoriales ya ni hablamos.

¿Ud. quiere trabajar? Pues acepte un salario menor y una jornada laboral más larga. Hace pocos días lo dijo el propio presidente de la patronal CEOE, Don Gerardo Díaz Ferrán: [1], [2], [3], [4], [5], [6].

Hace unos años, no muchos, una periodista fiel representante de un diario de línea editorial derechista dijo en el programa "59 segundos" de T.V.E.-1: "los que no tienen nada es porque no quieren hacer nada". Se refería a los mendigos, indigentes y las personas que en general habían caído en exclusión económica o pobreza. Creo que se apellidaba San Sebastián, ¿puede ser? :-/ No se fien mucho de mi memoria ^^U

Desde ya, a cualquiera que, con un empleo, crea que la gente está en el paro porque no quiere trabajar, se le puede ofrecer un intercambio: sus obligaciones (trabajo) y derechos (salario) laborales a cambio de los de otro en el paro :-) ¿Alguien que la persona en paro no aceptaría el intercambio? Por lo menos no podrá seguir diciendo la persona empleada y neoliberal que la gente sin trabajo asalariado por riesgo y cuenta ajenos está así por gusto.

Se habrán fijado, volviendo de la digresión sarcástica, en que hablo de las derechas neoliberales y del plano económico en especial. No es casualidad. No me centro en temas adyacentes, como pueden ser el aborto, la homosexualidad, etc. Todo eso no tiene nada que ver. Son una cortina de humo si queremos hablar de las derechas y las izquierdas políticas. Nos engañan a conciencia cuando nos hacen creer lo contrario.

Me explicaré mejor. Hablamos de la defensa de unas tesis económicas determinadas cuando hablamos de derechas vs. izquierdas políticas. No hablamos (directamente) de derechos civiles, ni de derechos humanos. No hablamos de republicanismo ni de monarquismo. Ni siquiera hablamos de estatismo o anarquismo. No hablamos de globalizacionismo ni de antiglobalizacionismo. Ni de laicismo o confesionalismo.

Todas esas posturas son tanto defendibles por derechas y por izquierdas. Son transversales y cada uno de esos grupos las puede defender a su manera. En cada comunidad humana, país, etc. estarán mejor defendidas, estructuralmente, por alguno de estos u otros grupos, según la Historia propia de cada lugar y sus moradores. En nuestro país, vivido el régimen de terror, la dictadura militar franquista fascista del 39-78 del siglo XX, lógicamente se asocia el concepto de las derechas al franquismo fascismo y a las derechas fundamentalistas cristianas.

Pero, coyunturalmente, tanto las izquierdas como las derechas políticas pueden defender en cualquier lugar p.ej. los derechos de los homosexuales perfectamente. Las derechas liberales pueden, sí. Las cuales hemos de saber diferenciar de las derechas cristianas. Lo mismo se puede decir del feminismo, del republicanismo, o de la globalización o mundialización. Todo esto es transversal e independiente del eje derecha-izquierda.

Dicho eje se define por un análisis del mundo que tiene unas conclusiones de carácter económico diferentes.

La frase que resume todo esto, mía —no sé si alguien la acuñó antes con este sentido—, es "hacer negocio con todo". Sin trabas, sin leyes democráticas que pongan ningún límite ni condición.

Nada de regulación legal económica, profesional, laboral, empresarial... nada de salarios laborales mínimos, nada de pensiones de jubilación, nada de subsidios de desempleo, nada de causa necesaria para despedir trabajadores, nada de Seguridad Social —hay que privatizarla, como defendía hace poco el economista neoliberal Sala i Martí—, nada de escuelas y medicinas públicas... Quien quiera algo que trabaje o monte un negocio y se lo pague de su bolsillo.

Nada de normativas que limiten la contaminación industrial, que exijan estándares de seguridad en el puesto de trabajo, nada de reglamentaciones de seguridad y calidad en automóviles o en juguetes infantiles...

Nada de impuestos ni de aranceles. El Neoliberalismo se recita poéticamente como una oda de la competencia sin tregua entre seres humanos por la riqueza como mecanismo central de prosperidad individual. Nada de trabas de ninguna índole a los negocios, pues.


b) las izquierdas
Intentaré no redundar en cosas ya escritas, ya que he utilizado el epígrafe anterior para introducir algunas ideas que valdrán para los tres. Así, este b) y el próximo, serán más breves y podrán marcharse a por su Ibuprofeno (c) para el dolor de cabeza antes :-)

Las izquierdas tienen una concepción distinta de la Humanidad y las relaciones humanas de la que exponíamos en el epígrafe anterior. Creen que el Ser Humano tiene unos derechos innatos. Los principios de las revoluciones liberales francesa y estadounidense: "libertad, igualdad, fraternidad" los toman con especial mimo hacia la igualdad, que entienden más allá de la mera igualdad teórica jurídica contractual e íntimamente relacionada con la libertad. Esto es así porque consideran las libertades en dos dimensiones: la positiva y la negativa, como muy bien lo explica el Prof. A. Sen.


Sin una realización de ambas libertades, no puede haber igualdad (ni mínima ni media), ni de oportunidades ni mucho menos de resultados. Se colige de lo dicho en el epígrafe anterior que las derechas neoliberales defienden sólo la libertad negativa (no interferencia) pero no la positiva (capacidad efectiva), que les parece de hecho, un ataque a la libertad individual. Las izquierdas critican esto por entenderlo no como liberalismo, sino como individualismo exacerbado. Defienden ambas libertades, negativas y positivas, por considerar que el Ser Humano es un individuo sí, pero es también un animal social, esto es, que vive en una sociedad en la que nos necesitamos los unos a los otros.

Entienden las izquierdas la fraternidad de aquel lema más como solidaridad (obligación social vinculante, asistencia mínima obligatoria entre todos por el hecho de vivir en comunidad humana) que como caridad (ayuda voluntaria del que goza de ventaja hacia el necesitado).

Esto tiene implicaciones económicas, que son la madre del cordero, como decíamos. Dado que el Ser Humano tiene una dignidad intrínseca, tiene unos derechos propios sólo por existir que no deben serle arrebatados ni invadidos, los cuales tampoco él puede arrebatar o invadir a sus semejantes, se concluye que no se puede hacer negocio con todo, sin límites, de cualquier manera.

Aparecen entonces barreras al hacer negocio con todo. Barreras y límites que se expresarán legalmente, claro. El Mercado estará regulado mediante normas jurídicas, leyes (economía mixta, intervencionismo estatal...). Habrá un salario mínimo, una medicina y educación universales para todos, tengan o no tengan dinero. No se dejará a nadie en la pobreza ni en la exclusión económica.

Las izquierdas políticas siguen teorías económicas sociales, como las neokeynesianas —o las marxistas en algunos pocos casos en la actualidad; podría incluso comenzar a hablarse de neomarxismo en algunos círculos—. El Mercado nunca es eficiente en ausencia de regulación. Una de las condiciones, que los neoliberales asumen que se cumple, para afirmar que los Mercados son eficientes en la asignación de la riqueza económica a la sociedad es el "escenario de competencia perfecta". Dicho modelo económico tiene unos requisitos teóricos muy exigentes que no se dan nunca en la práctica.

Al no darse dichos requisitos de la competencia perfecta, nos encontramos con los llamados Fallos de Mercado: monopolios, oligopolios, competencias monopolísiticas... Estos Fallos de Mercado son la causa que hace necesaria la intervención del Estado en la Economía. Deben corregirse porque causan pérdidas irrecuperables de la eficiencia paretiana.


Las izquierdas políticas asumen activamente los dos grandes objetivos de la Economía: eficiencia y equidad. Justo al contrario de como lo entienden los neoliberales, que exigen ausencia de leyes en la Economía, las izquierdas políticas entienden que se necesitan leyes que regulen para bien de todos cosas como: jornada laboral máxima, edad mínima de jubilación, edad mínima para poder trabajar, causas para el despido laboral, estándares de calidad en la producción de p.ej. coches y juguetes para niños, etc.

Frente a la libertad económica total (de las personas con dinero y de las empresas) que defienden los neoliberales como mecanismo para lograr el bienestar humano, las izquierdas insisten en la igualdad, dignidad y seguridad "mínimas" económicas que se consiguen teniendo todas las personas —se tenga mucho o poco dinero— pensiones de jubilación, cuidados médicos, profesores de buena calidad... Independientemente de que se tenga dinero para pagarlos o no. A estas alturas, rogamos no ir a confundir igualdad con uniformidad. No es eso y pensamos que ha quedado claro. Hablamos al decir "igualdad" de unos valores mínimos y de la importancia de que la dispersión emtre los extremos y el promedio no sea excesiva, no de uniformidad cuadriculada y asfixiante.

Si los neoliberales ensalzan la competencia y la competitividad como mecanismo humano de progreso individual, las izquierdas les colocan al lado la cooperación y el cooperativismo como mecanismo humano de progreso colectivo. Se pasa de un paradigma independiente a uno interdependiente que explica mejor la realidad social de las relaciones humanas.

La eficiencia, la gran olvidada de las políticas económicas neoliberales, es atendida por las políticas económicas neokeynesianas, que inventan instrumentos para garantizar a cada persona el acceso y disfrute de una parte de la riqueza nacional (de su comunidad humana). Dichos inventos son la Política Fiscal redistributiva y el Estado del Bienestar, consistentes en:

i) una red de Servicios Públicos, garantizados por el Estado (ciudadanos asociados políticamente), potente, de calidad, para todos sin distinción y que se reciben como derecho (financiado de las arcas públicas) y no como producto (pagado a cambio de un precio).

ii) una Política Fiscal progresiva (no regresiva) potente, que grave las riquezas acumuladas para poder financiar lo anterior. Progresiva significa que las grandes riquezas y rentas deben pagar más impuestos, en porcentaje, que las menores.

Mediante esta atención económica a la equidad, las izquierdas políticas realizan los principios de igualdad y libertad humanas. Es su mecanismo: el Estado del Bienestar, que tiene su máximo exponente en las sociedades escandinavas.

Las teorías neokeynesianas hacen hincapié en el pleno empleo —laboral; si la palabra la pronuncia un neoliberal significa, por el contrario, pleno empleo de recursos productivos, no necesariamente humanos— como mecanismo de redistribución de rentas. Si todas las personas tienen empleo remunerado, todos acceden a una parte de la riqueza nacional. El consumo se mantiene y, con él, la inversión.

Esta visión está evolucionando en las últimas décadas por la constatación de que:

i) la evolución tecnológica sostenida hace que las empresas mantengan y aumenten beneficios necesitando cada vez menos de obra. El desempleo tecnológico (por causa del avance técnico) no cesa de aumentar en las últimas cinco décadas. El objetivo del pleno empleo (desempleo en el entorno del 2% de la población activa) se presenta cada vez más irrealizable.

ii) las materias primas económicas son finitas. Las empresas llevan unas décadas produciendo más de lo que venden y sin usar toda su capacidad productiva instalada. Pese a todo ello, se sigue fabricando más de lo necesario, de lo que se venderá, para conseguir economías de escala, abaratar precios y aumentar la ganancia de las empresas.

Constatar esto hace que las izquierdas políticas se planteen, deben hacerlo, instrumentos distintos al pleno empleo como mecanismo central de redistribución de la renta.

Por otra parte, el sostenimiento de la Demanda Agregada debería reconsiderarse también, porque algunos entienden, no sin razón, que el objetivo macroeconómico productivista de maximización del P.I.B. ha quedado obsoleto y pone en peligro la vida en el Planeta.

Aquí entrarán a debate mecanismos e instrumentos tales como: reducción de jornada laboral máxima ordinaria, Renta Básica universal o ciudadana, Salario Social, potenciación de la economía del voluntariado... El paradigma de crecimiento económico continuado es muy posible que esté acabado y debamos pasar a pensar en términos de capacidad y de necesidad tanto para la producción como para el consumo.

¿Contra natura? Evolución lógica dirían algunos. La variable caudal para las izquierdas es la equidad, el reparto de la riqueza. Puede producirse menos o distinto, pero el énfasis ha de ponerse en que el reparto sea justo y no se vulnere la dignidad ni los derechos de nadie al hacerlo.

Cosas como éstas son defendidas cada vez más desde foros altermundistas, con clara afinidad izquierdista, como p.ej. los célebres A.T.T.A.C. (Asociación para la Tasación de las Transacciones financieras especulativas, la Acción Ciudadana y la justicia económica global).

En resumen, las izquierdas políticas consideran que para poder ser todas las personas libres e iguales hace falta equidad económica, que se consigue mediante la solidaridad (y no con la caridad). Consideran que no se puede hacer negocio con todo, porque hay cosas en cantidad suficiente para todos, cosas que las personas deben poder disfrutar independientemente de que tengan dinero o no. Medicina, educación y justicia (leyes, abogados defensores...) son clarísimos ejemplos.

Colocan como tanto o más importante que la competencia y la competitividad a la cooperación y la ayuda mútua como mecanismos de progreso. Y más en la Era actual, con todo el desarrollo tecnológico y abundancia material mundiales ya conseguidos.


c) los ecologistas
Los ecologistas observan el Mundo y concluyen: la actividad económica es altamente contaminante. Si se estropea el Medio Ambiente en el que vivimos y del que vivimos... lógicamente el Homo sapiens desaparecerá.

Las materias primas son finitas (no infinitas). El ritmo con que el Medio Ambiente (el Planeta Tierra, hoy por hoy) las renueva (resiliencia) es inferior al ritmo con el que la actividad económica mundial (en especial, las empresas transnacionales occidentales del norte, propiedad controlada y disfrutada por unas pocas familias de súper ricos) las consume.

Véase, p.ej.: [1].

Esto, a todas luces, es insostenible. Por lo tanto, hay que cambiar radicalmente dicho sistema económico. No se puede hacer negocio con todo. Hay cosas que deben vetarse, se entiende que legalmente, para eso entra uno en Política, porque perjudican al Ser Humano y su futuro.

He comenzado por el argumento pragmático y, digamos, egoísta. Un argumento que puede ser "comprado" ideológicamente por una mayoría de personas que no se sientan con una sensibilidad especialmente ecologista. Hay otro argumento para defender políticas ecologistas. Es un argumento de cariz ético o moral.

La Humanidad ha vivido varias revoluciones socioculturales a lo largo de su Historia: el paso de la vida nómada a la vida urbana, la consideración de que todos los seres humanos son iguales en derechos (conclusiones: abolicionismo de la esclavitud, rechazo del racismo, rechazo de los sexismos, rechazo del uso de medios violentos de relación inter pares...) y, cada vez más, también debemos contar entre éstas la consideración de que todos los seres vivos tenemos unos derechos comunes.

La extensión del Derecho a otras especies animales y vegetales, no productoras ellas de normas jurídicas, es toda una revolución cultural. Dicha extensión de derechos está basada probablemente en un mayor desarrollo humano, una mayor humanización que en Eras anteriores.

Somos mucho más humanitarios que hace tiempo. Hemos (re)descubierto que podemos amar a otras formas de vida. No son Homo sapiens, pero las relaciones interespecíficas (entre individuos de distintas especies) siempre han estado ahí.

Ahora comienza a generalizarse, aunque aún esté naciendo, esta nueva conciencia. Pero, como en todo, siempre hubo visionarios, individuos que, al margen de su zeitgeist, pensaban como aquel monje zen que dejó escrito hace aprox. 4.000 años el bello poema: "mientras exista el Universo, existirán seres sensibles; mientras existan seres sensibles, allí estaré yo para servirles".

El ecologismo político desea, cómo no, actuar legalmente sobre la Economía. Es el sistema económico el que hay que tocar para que p.ej. no se pueda matar focas a garrotazos —ni de ninguna otra forma— para hacer algo tan inútil y monstruoso como abrigos con su piel que comprarán unos cuantos súper ricos horteras. La tauromaquia p.ej. es otra actividad económica que los ecologistas desean ver terminada. De nuevo, no se puede hacer negocio con todo. En las granjas animales de producción intensiva se trata de forma poco digna, humanitaria y sensible a los animales, que padecen innecesariamente dolor, miedo y estrés a lo largo de su vida. Podemos obtener productos de origen animal sin que éstos, seres sensibles igual que nosotros, sufran tales cosas.

Si hay que gravar fuertemente con impuestos a las centrales energéticas de carbón y subsidiar el desarrollo e instalación de energías limpias e infinitas, los ecologistas quieren entrar en Política para legislar normas que regulen esos negocios. Ese intervencionismo, esa Política Fiscal podría orientar los cambios productivos económicos, favoreciendo a las industrias más respetuosas con el medio ambiente y penalizando a las que no. Pura presión selectiva económica, la industria reaccionaría convenientemente.

Ya sea por amor a la Naturaleza, de la cual el Homo sapiens forma parte y de la cual vive, o por el natural egoísmo de supervivencia —comemos seres vivos animales y vegetales; respiramos gases renovados por los vegetales; bebemos agua que si fuera venenosa nos mataría—, los ecologistas (y/o el ecologismo) quieren y deben entrar en los Parlamentos para poner límites a la cosa que amenaza más que ninguna otra el Medio Ambiente y al Homo sapiens.

Esa cosa, está claro, es el sistema económico vigente. El Capitalismo Neoliberal en fase de Globalización. Cada año, la Industria Ganadera, sus reses, emite toneladas de CH4 (metano) a la atmósfera, uno de los gases que hace aumentar el calor en el Planeta. Dicho aumento es desastroso: intensifica los fenómenos meteorológicos y climatológicos.

Las industrias vierten metales en las aguas que bebemos y en las que nadan los peces que luego comemos. Eso da cáncer, enfermedades cerebrales, etc.

La quema de combustibles fósiles lanza toneladas de CO2 (dióxido de carbono) a la atmósfera, entre otros gases. Dicho gas participa también en el calentamiento climático global. Reacciona químicamente con el O3 (ozono) y lo elimina, haciendo que la ausencia de ese flitro atmosférico gaseoso permita llegar hasta nosotros potentes rayos solares nocivos para nuestra salud.

Las leyes que aprobarían los ecologistas afectarían, como toda ley, a la sociedad en su conjunto. Pero parece bastante claro que, en general, los toros no son acuchillados por gamberros sino por agentes de una industria económica; el CH4, el CO2, el plomo, el mercurio... son vertidos contaminando no por individuos aislados que se aburren sino por individuos que trabajan en unas industrias con ánimo de lucro, ecónomico, crematístico, mercantil... Es el sistema económico, las actividades económicas.

Cada vez más ecologistas defienden el Decrecimiento económico que, pese a su nombre, más bien debería definirse como reorganización racional de la producción económica. Algunas partidas de dicha producción deben disminuir. Otras deben aumentar, p.ej. como la inversión en energías renovables y limpias mientras se sustituyen las actuales fuentes de energía finitas (no renovables) y sucias. También habrán de aumentar las economías inmateriales, como p.ej. la del conocimiento. Especialmente en los países subdesarrollados industrialmente y en aquellos que están en vías de desarrollo.

Desde algunos sectores del ecologismo se aboga por compartir Norte-Sur parte de la riqueza, material e inmaterial (especialmente las tecnologías), ya generada en el Norte en sus etapas de capitalismo industrial, luego de servicios, luego financiero, luego global...

Así, dicha riqueza, que la hay de sobras, podría ser disfrutada por todos sin necesidad de que los países subdesarrollados industrialmente tengan que realizar el mismo proceso de destrucción del medio que realizaron en los dos últimos siglos los países hoy altamente industrializados.

¿Hay abundancia técnica y material para redistribuir drásticamente? Veamos, rápidamente: [1], [2], [3].

El Sr. J. Diouf, Dir. Gral. de F.A.O.-O.N.U. en 2.008 decía: "Para erradicar el hambre del mundo habría que invertir 30.000 millones de dólares al año (...) los gastos en armamento, [ascendieron] a 1,204 billones [en los países de la O.C.D.E.]".

Observemos: $30.000 millones/año quitarían el hambre en todo el mundo vs. $1.204.000 millones/año para armas en 2.006 sólo en los países ricos de la O.C.D.E. La primera cifra (mundial) representa sobre la segunda (sólo de la O.C.D.E.) ¡tan sólo el 2,5%!

Si se gastase sólo un 2,5% menos en armas al año en la O.C.D.E. y se diera para acabar con el hambre humana, desaparecerían todas las muertes por este concepto. ¡Un 2,5% del gasto en armamento de esos países!

Hemos conseguido, nuestra civilización, la producción económica suficiente para acabar con el hambre y la enfermedad si nos da la gana. Sólo hay que hacerlo. Paradójicamente, y es muy cruel, justo cuando se puede por fin, tras miles de años de avance tecnológico y económico, sigue sin quererse. Ya no tenemos la excusa de que no se puede. Ahora solamente hace falta repartir. Un 1-2,5% es una miseria, en términos comparativos. Son 1-2,50 € de cada 100 € gastados en el capítulo referido.

Veíamos, pues, antes de esta pequeña profundización sobre la abundancia material de nuestra Era y civilización, que la idea de redistribución o justicia económica no les es ajena a los ecologistas.

Por ejemplo, un lema de la Fundación política ecologista EQUO, posiblemente un nuevo partido político futuro en nuestro país, es: "ecologismo y equidad".

En resumen, los ecologistas entienden que la relación del Homo sapiens y su civilización actual con el Medio Ambiente en el que vive y del cual depende está desequilibrada y, de seguir así, nos llevará a la extinción como especie. Y no sólo eso, extinguiremos muchas otras de la Biosfera en nuestra caída. Creen en la extensión de ciertos derechos a todos los seres sensibles. Y defienden la transformación radical de la sociedad en la mayoría de sus aspectos (filósofica, económicamente...) para que podamos vivir en este medio ambiente sin tener pendiente sobre nuestro futuro la espada de Damocles de una venenosa contaminación que haga desaparecer al Homo sapiens de la faz de la Tierra.


Conclusión

Hechas brevemente —no para un escrito de éstos, que suelen ser más cortos, pero sí para el tema que es— estas tres caracterizaciones, y dejando claro desde ya que se admiten todas las puntualizaciones que complementen y/o mejoren, se nos ocurriría otro escrito como éste de conclusiones.

Pero no lo publicaremos. En su lugar, creemos que el lector debe ser quien reflexione ahora y encuentre los puntos de conexión (como los límites a hacer negocio con todo) entre las tres corrientes políticas y los puntos de colisión (como el productivismo propio del capitalismo y de muchos socialistas vs. el decrecimiento).

Haremos, no obstante, un último apunte o indicación que muestra por dónde iría nuestro escrito. Cosa que, por otra parte, no es difícil de intuir si se leen algunos escritos precedentes. Si este texto tenía más bien carácter inductivo, lo que quiero señalar ahora reviste un cariz más bien deductivo.

Aceptemos que el ecologismo es un espacio político propio e independiente de las derechas y de las izquierdas. Eso significa que los partidos que lo ocupen desean tener libertad y autonomía parlamentarias, cómo no, para pactar libremente las leyes que sean con las derechas o con las izquierdas.

La cuestión que se puede plantear entonces uno es si existe una inclinación mayor para que se produzca ese entendimiento, la coincidencia programática política en un sentido (izqda+verde) o en el otro (dcha+verde), para conformar mayorías parlamentarias.

Observemos, pues, la composición más frecuente de esos pactos cuando se han producido, en los países de todo el mundo donde se han realizado políticas de más sensibilidad medioambiental ecológica por un período de tiempo continuado. O atendamos p.ej. al grueso del registro de votaciones del grupo parlamentario del Parlamento Europeo en el que se integran The European Greens y comparémoslo con el registro de votaciones de los demás grupos parlamentarios de esa cámara.

Quizá ese ejercicio nos sirva para por la vía deductiva llegar también a algunas conclusiones sobre puntos de conexión y de colisión entre los tres espacios políticos y los partidos políticos que los están ocupando en todo el Mundo.

Creo que, llegados a este punto, por hoy me he ganado un descanso y vds. una estatua si se mantuvieron atentos hasta el final. ;-)


Post scriptum

Me recomendaba el activista cívico F. Marcellesi este artículo suyo, que me pareció muy interesante, bien enfocado y aprovechable. Yo encontré nexos entre lo que él explicaba allí y lo que he intentado exponer aquí.


2 comentarios:

  1. Yo me he ganada una gran satisfacción leyendo un texto tan lúcido cómo este.

    He formado parte del grupo coordinador para la XXV Marcha a Rota. Un repesentante de los Verdes vino el primer día a la reunión para coordinar, después dejó de venir. Le he preguntado directamente su postura y no me ha contestado.
    Lo digo porque esa postura no la relaciono con el análisis que hace sobre la cuestión de las armas.
    No se puede ser ecologista ni de derecha ni de izquierda sino se está por el pacifismo o antimilitarismo. Asi lo entiendo yo, puedo estar en un error, pero son estas cuestiones las que me llevan a una gran confusión.
    La equanimidad requiere una clara posición a favor de la vida entre los ecologistas, y no digamos si en ello va la vida humana, evidentemente parte de la naturaleza.

    Lo digo públicamente porque cada estoy más por la transparencia. sobre todo en un tiempo que dicen poshumanista.

    Salud y muchas gracias por cooperar al conocimiento y la información.

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  2. Gracias por sus impresiones, belijerez :-)

    Estos dos escritos venían inspirados por una conversación que tuvimos los miembros de este grupo con simpatizantes ecologistas (de EQUO) en la que algunos (minoría, aunque enérgica) marcaban con mucha contundencia una línea de supuesta división y diferencia entre el ecologismo político, lo "verde", con el socialismo, las izquierdas, el ecosocialismo, etc., lo "rojo", "rojiverde", "verdirrojo", etc.

    Cordialmente,

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